Edad Moderna
Además
de ser propio de la gente baja,
sonreír era un atentado contra la decencia y el buen gusto; las dentaduras no tenían nada que ver
con las que se ven hoy en día, no había ortodoncias, ni implantes, ni hábitos
de higiene bucal. No obstante, tener unos dientes feos era algo tan normal
que la gente ya estaba acostumbrados a ellos y no había reparos en mostrarlos.
Si
analizamos las imágenes de
dirigentes históricos, veremos que casi nunca han sonreído. Son escasos
los bustos romanos sonrientes, y no
hay retratos en donde la alegría brille en los rostros hasta muy recientemente.
Los chamanes de tribus,presidentes, cuya sonrisa era rácana no sonreían, era como
si la responsabilidad o la dignidad estuvieran reñidas con la sonrisa y su
mayor exponente, la carcajada. La risa abierta implica que se sorprende, que se recibe una ocurrencia no esperada. Y no tenia
mucho sentido que quien tenia hilo directo con los dioses pueda
ser fácilmente sorprendido.
Esta
tendencia se ha roto desde la mitad del siglo XX, cuando algunos dirigentes,
como John F. Kennedy, Ronald Reagan, el risueño Tony Blair o el hilarioso Bill
Clinton la han revertido. Ahora cualquier dirigente o famoso puede sonreír frecuentemente, como hace la gente
corriente. Y eso ya no es contemplado como algo negativo.
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